Fraude alimentario, nivel de cumplimiento de requerimientos de IFS Food

El fraude alimentario no es un delito nuevo, sin embargo, a medida que la cadena alimentaria se ha ido volviendo más compleja y global, la aparición de actos fraudulentos sin precedentes pone en peligro la integridad y la seguridad de la cadena de suministro de alimentos. Organismos de la industria alimentaria han impulsado, dentro de los sistemas de seguridad alimentaria, requisitos para reducir la vulnerabilidad al fraude alimentario. IFS es uno de ellos.

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El fraude alimentario se define como la sustitución intencionada, el etiquetado incorrecto, la adulteración o la falsificación de alimentos, materias primas o envases comercializados con el fin de obtener un beneficio económico. Además del engaño y las pérdidas económicas que puede generar en empresas y consumidores, el fraude alimentario puede implicar también un riesgo elevado para la salud del consumidor.

Estas prácticas no son nuevas, sin embargo, la complejidad que ha alcanzado en los últimos años la cadena de suministro de alimentos a nivel global incrementa la vulnerabilidad de las empresas frente al fraude. Los sistemas de control preventivo basados en el riesgo utilizados en la seguridad alimentaria no son directamente aplicables para controlar el fraude alimentario, ya que éste es un acto intencionado. por lo que las empresas necesitan un sistema de gestión preventiva que trate específicamente la adulteración fraudulenta intencional.

En este contexto ha aparecido el concepto de «Food defense», que se refiere a los procedimientos adoptados por las empresas para garantizar la seguridad de los alimentos y su cadena de suministro frente a amenazas malintencionadas.

Las materias primas que se considera tienen un mayor riesgo de fraude son: Aceite de oliva, Pescado, Carne, Alimentos ecológicos, Productos lácteos, Cereales, Miel, Jarabe de arce, Café y té, Especias/mezcla de especias, Vino y Zumos de futas.

El fraude alimentario y los sistemas de certificación
Paralelamente a los nuevos requerimientos legales dirigidos a mitigar el fraude alimentario, los sistemas de certificación en seguridad alimentaria, como BRC o IFS, han ido introduciendo también en sus esquemas requerimientos relacionados con este tema.

Por ejemplo, la International Featured Standards (IFS) contempla desde 2018 requerimientos de fraude alimentario en su esquema de certificación y en la nueva versión, IFS Food v7, establece que la empresa certificada deberá desarrollar un plan de defensa alimentaria, «Food defense Plan». Este Plan estará basado en la probabilidad de fraude en la empresa y deberá implementarse de acuerdo a las amenazas detectadas.

La responsabilidad del plan deberá estar claramente definida en la empresa y las personas involucradas deberán tener la formación específica adecuada y contar con el pleno compromiso de la alta dirección.

De acuerdo a IFS, el proceso para mitigar la vulnerabilidad al fraude incluiría los siguientes pasos:

Realizar un análisis de la vulnerabilidad documentado sobre todas las materias primas, ingredientes envases y procesos subcontratados, para determinar el riesgo de actividad fraudulenta relacionada con la sustitución, mal etiquetado, adulteración o falsificación.

Desarrollar e implementar un plan documentado de medidas preventivas, en base al análisis de la vulnerabilidad, para controlar los riesgos identificados.

Revisar el análisis de vulnerabilidad como mínimo anualmente. En el caso de que se incrementen los riesgos, revisar en el momento el análisis de la vulnerabilidad.

Revisar y ajustar los controles y requisitos de monitorización del plan de medidas preventivas cuando aplique.

Fuente: IFS

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